El niño necesita que sus padres y maestros le apoyen en su proceso de exploración y aprendizaje; pero también necesita que le ayuden a situarse de forma gradual en la realidad social a la que pertenece para lograr su plena integración y la formación de una personalidad sana, que posibilite la interacción positiva con sus congéneres.
El hecho de vivir en sociedad comporta, inexorablemente, la aceptación de una serie de límites que acotan nuestros patrones de conducta y posibilitan nuestra convivencia. Existen límites en todos los ámbitos sociales en los que la persona se desenvuelve; la familia, el trabajo, la escuela, el barrio, el condominio, et país, etc… En consecuencia, los niños y niñas deben ser educados con límites que introduzcan este concepto en sus vidas y que faciliten poder ser guiados en su desarrollo.
No debemos confundir el establecer límites, con imponer castigos o hacer descalificaciones personales. Los límites forman parte de una disciplina constructiva que promueve el sano desarrollo del niño preservando en todo momento su integridad física y emocional. Para establecer límites de forma adecuada es necesario:
- Crear un clima de diálogo y buena comunicación con nuestros hijos.
- Debemos ser consecuentes en lo que decimos y hacemos. Es necesario rescatar el valor de la palabra entregada y la responsabilidad de nuestros mensajes.
- Debemos ejercer control de nuestros niños/as con firmeza y seguridad, pero sobretodo con amor y afecto.
- Nuestros mensajes también deben ser lo más concretos posibles y los límites deben ser razonables y sustentados con argumentos lógicos, expresados de forma comprensible para los infantes.
- Los límites son parámetros marcados por los adultos que nunca deben ser transgredidos, pero las normas que concretan el comportamiento adecuado de nuestros niños y niñas y, sobretodo, su forma de aplicación no deben ser estructuras rígidas e intransigentes que excluyan la participación del niño como ente pensante; dueño de una capacidad de raciocinio y de unos criterios propios.
- Si motivamos los comportamientos adecuados del niño mediante el refuerzo positivo es probable que él se convierta en nuestro aliado a la hora de defender y cumplir las normas y de reconocer los límites trazados.
En general, hubo un buen nivel de participación de las familias y se valoraron positivamente las herramientas que la facilitadora ofreció para las prácticas habituales del día a día con los niños.
Adalgisa Martínez, madre de Adeini decía "A mí me gusto mucho este taller de la educación en límites, ya que eso es lo que nos falta muchas veces como padres: establecer límites y reglas en el hogar. (...) Aprendí que debo detenerme a escuchar más a mi hija para crear una buena comunicación; enseñarle la importancia de cumplir reglas, siendo yo su guía e incluirla en cada una de las situaciones o proyectos familiares".
Ana Vicioso, madre de Lucero y de Eduard Jampiero opinó " (...) la verdad es que nos hace falta establecer limites con los niños/as y aprender a mejorar las negociaciones sobre todo. (...) Este taller me servirá para orientar a mis hijos y a mi familia mejor, además los límites me ayudaran a moldear su conducta".
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